CONECTA CON TU MAGIA Y LA MAGIA SE HARA EVIDENTE EN TU VIDA

Cuando se ha hecho todo lo que depende de uno, la Magia consiste en dejar que la fuerza del Universo actúe y que confluyan ambas cosas: la intención personal y la causalidad. Pero la Magia también consiste en saber que la segunda no siempre coincide con nuestros deseos y en estar abiertos a que sucedan cosas imprevistas. Eso nos abre caminos nuevos y configura nuestro viaje por la Vida.


miércoles, 29 de febrero de 2012

POR TUS SUEÑOS TE CONOCERÁS

Imagen titulada "Otro Mundo"
Imagen titulada "Alicia en el País de... ¿los Sueños?"

“Cuando alguien no puede soñar su propia vida pierde el mapa de su existencia…”  Cristóbal Jodorowsky

"Un sueño es una carta sin abrir, dirigida a tu nombre" El Talmud"

QUIEN VE HACIA FUERA, SUEÑA; QUIEN VE HACIA ADENTRO, DESPIERTA. Carl G. Jung

Todos soñamos aunque algunas personas no lo recuerden. De hecho, si algo nos lo impidiese durante demasiado tiempo, empezaríamos a tener alucinaciones, perderíamos el contacto con la realidad y podríamos incluso morir, como se ha comprobado a través de experimentación científica.


Para la mayoría de las personas, los sueños como tales no tienen demasiada importancia, aunque sientan curiosidad y a veces los expliquen como algo extraño o sin sentido alguno. Como mucho –piensan o han oído- es un modo de ordenar la mente y sacar fuera lo que ya no sirve. Y esto también es cierto: nuestro cerebro aprovecha el descanso nocturno para hacer una diligente labor de archivo, abriendo carpetas nuevas, desechando o clasificando información en otras ya existentes, como un programa de ordenador. Aunque los sueños no se pueden reducir a eso y tienen mucho más hondura y riqueza en aportaciones.


Cuando alguien se entera de que trabajo con sueños, suele contarme alguno que ha tenido y me pregunta qué significa, cosa que no le puedo contestar por un motivo muy simple: la persona más adecuada para interpretar un sueño, es la misma que lo ha tenido. Claro que para averiguar el mensaje que está implícito en la historia que se ha soñado, hace falta saber que lo aparece es metafórico casi siempre, y muy pocas veces, literal, y que ese es el idioma que emplea el inconsciente para hablarnos: las imágenes.

Existen diccionarios de sueños donde se explica qué quiere decir cada cosa, pero este debería ser el último recurso para comprender de qué está hablando el sueño, pues esa definición es universal, y cada persona puede darle otra individual o particular, que no necesariamente ha de coincidir con la genérica. En todo caso, siempre deberíamos preguntarnos si eso que dice el libro, tiene algo que ver con nuestras circunstancias actuales, si nos parece adecuado a lo que estamos viviendo, etc. Lo que sí resulta más certero a la hora de encontrar algún significado, es hacer una relación entre el símbolo (cualquier objeto, animal o persona que aparezca en el sueño y que no sea el mismo soñante) y lo que significa para cada uno. A pesar de esto no es fácil ser objetivo y neutral, ya que los sueños proporcionan una información que a menudo no se reconoce y de la que no se es consciente; o dicha información se puede manipular sin darse cuenta, haciendo que encaje en lo que ya se sabe, sin darle la oportunidad de que abra otra perspectiva mucho más amplia.

UN POCO DE HISTORIA:
Los sueños se han utilizado de diversas maneras en muchas culturas de la Antigüedad. Desde siempre han formado parte del colectivo humano de una forma u otra: adivinar o predecir el futuro, ver la opción más adecuada o incluso para la sanación en la tradición chamánica.

Hace siglos, en las culturas egipcia, babilónica, griega y otras, los sueños se tenían en cuenta como algo habitual, que se podía utilizar como predicción antes de decidir algo importante o cotidiano, pero ya en la cultura judeo-cristiana, incluso antes con la implantación del patriarcado, se extirparon algunas prácticas ancestrales de signo más matriarcal, entre ellas los sueños. Posteriormente, el catolicismo los consideró como “obra del diablo”, por lo que se dejaron de “escuchar” y de incorporar a la vida diurna.

En 1867, Hervey de Saint-Denis, ya hizo una exhaustiva investigación en solitario, sobre el soñar y el sueño lúcido (aunque este término aún no existía) (*), que se refleja en su obra “Les Réves et le moyens de les diriger”.

A finales del S.XIX Freud escribió “La Interpretación de los Sueños” y además los incluyó en su metodología de trabajo, aplicando el análisis de los mismos en sus sesiones terapéuticas. Fue a partir de entonces, que éstos empezaron a tomar relevancia y a ser tenidos en cuenta como una importante fuente de información, que revelaba facetas ocultas para el propio paciente. 

La interpretación de Freud estaba muy condicionada por la sexualidad y la represión de las pulsiones, y por ello, limitada. Su discípulo primero, y gran psiquiatra después, Carl Gustav Jung, fue más allá, contemplando otras posibilidades e incorporando el espíritu o alma, cosa que hasta el momento pertenecía al ámbito de las religiones, y no de la psicoterapia. Estudió teorías orientales cuando en Occidente eran prácticamente desconocidas,  y tuvo en cuenta nuestro aspecto completo con toda su complejidad: somos bestias y somos dioses. Y en los sueños aparecen reflejadas estas dos fuerzas aparentemente contradictorias del ser humano. Él fue quien acuñó términos como “sombra”, “arquetipos” e “inconsciente colectivo” y quien se dedicó a profundizar en la simbología, todo ello, importante base del trabajo con los sueños.

Fritz Perls, el creador de la Gestalt en los años 50 (S.XX), ve los sueños como la herramienta que nos ayuda a la integración de todas las partes del ser. Éste decía que cuanto menos se entendiera del significado de un sueño, mejor, ya que durante su método particular de abordaje del mismo, lo que ocurría en el inconsciente, era lo que tenía que ocurrir, y eso se daba igualmente al margen de que la persona no tuviera ni idea de lo que estaba aconteciendo en su yo profundo. También explicaba que mediante el trabajo con los sueños, se liberaba la energía retenida por algún aspecto traumático, quedando ésta a disposición del individuo para su mejor gestión. Los sueños nos enfrentan a la verdad sobre nosotros mismos; nos ponen delante de nuestra realidad sin ocultar ni embellecer nada. La información que nos dan proviene directamente del inconsciente y es por eso que tratan de iluminar nuestros aspectos ocultos. Nos muestran, en definitiva, eso de nosotros mismos que es invisible a nuestros propios ojos, porque se trata de partes que no nos gustan o no aceptamos, y que pertenecen al ámbito de lo no reconocido. Además, los sueños admiten cualquier guión que nos sirva para realizar lo que no nos permitimos en la vigilia, las pulsiones que viven en nosotros. 

Alejandro Jodorowsky menciona el sueño lúcido (*) como una vía de concienciación y de contacto con la divinidad, tanto la interna (la propia de cada individuo) como la externa. Además, ha creado un método que utiliza el símbolo o metáfora en una acción creada con un fin específico  para realizarse durante la vigilia: lo que él denomina Acto Psicomágico. Su método tiene resultados sorprendentes debido a que esa acción personalizada habla el mismo lenguaje que los sueños, y permite una metamorfosis importante en ciertas áreas vitales, porque da una información directa al inconsciente. Realizando un acto que éste entienda por su carácter metafórico, se puede llegar a resolver una cuestión pendiente que quedó fijada, y que en el presente todavía condiciona a la persona o es fuente de infelicidad. Aún así, si ese acto no va acompañado de una descarga emocional, no surte efecto, o éste es superficial. Lo más habitual es que para quien lo ha de realizar, sea muy costoso, aunque en apariencia pueda parecer algo muy simple, pues está tocando heridas profundas de quien lo ha de llevar a cabo. Cristóbal Jodorowsky, hijo de Alejandro, ha trabajado repetidamente en sí mismo el acto psicomágico, comprobando personalmente los cambios que se producen, no sólo a nivel individual, sino de las personas que puedan estar implicadas, sobre todo, la familia directa. Ambos han explorado también el sueño lúcido personalmente. Tanto Alejandro como Cristóbal han relatado en su obra numerosas experiencias, relacionadas con esta técnica.

En el chamanismo, los sueños siempre se han tenido en cuenta y se les ha otorgado gran importancia, consultándose como fuente de sanación, información y adivinación. Algunas etnias se reúnen a diario para comentarlos, o los usan para transformar situaciones o emociones de la vida diaria que podrían ser perjudiciales, absorbiendo el poder que ellos sienten que sus sueños les proporcionan.

(*) Sueño lúcido es aquél en el que la / el soñante, mientras está durmiendo, es consciente de que está en un sueño y no en la realidad diurna, es decir, no siente que lo que está pasando es parte de su vida cotidiana, sino que sabe que pertenece al mundo onírico. A partir de este estado de conciencia (lucidez) se puede realizar un importante trabajo de profundización personal y búsqueda de conocimiento, así como abrir una brecha de contacto con la vertiente más espiritual.

 “SOMBRA” Y SUEÑOS
Desde un enfoque psicológico, la mente está constituida por el consciente (que utilizamos sobre todo en la vida diurna para funcionar: la mente racional e intuitiva), el subconsciente (el límite de seguridad que separa el consciente del inconsciente, que es permeable aunque no se debe forzar esa barrera porque resulta delicado), y el inconsciente o “sombra”, donde se almacenan recuerdos -traumáticos o no-, capacidades que han quedado sin desarrollar y facetas no reconocidas de nuestra personalidad. Es ese conjunto de elementos inconscientes el que casi siempre configura los sueños, recalcando su presencia cuando se les ignora,  para que se les preste la debida atención y sean revisados. De ahí los sueños recurrentes: cuando la información es realmente vital para el soñante, se repite una y otra vez, hasta que el tema es resuelto o se le dedica el espacio adecuado para integrarlo.

En ese mar desconocido, conviven las cosas que nos causaron un sufrimiento intenso y que “aparcamos” ahí para poder seguir adelante (ya desde muy pequeños), con las que son nuestro sello de identidad, y no necesariamente negativas, sino todo lo contrario: lo que sabemos hacer, nuestra espontaneidad,  lo que nos conecta con nuestra alma y nuestro ser superior. Lo que nos indica el camino a seguir, en definitiva. Cuando se presta atención a los mensajes que  proporcionan los sueños, no sólo surgen los conflictos por resolver, las pautas a revisar o las partes desconocidas por integrar, sino también lo mejor de cada uno y su sabiduría innata. Nos podemos servir de los sueños como guía para encontrar esas cualidades enterradas o perdidas en la infancia, incluso en vidas anteriores (para quien crea en la posibilidad de su existencia).

LOS DEMÁS COMO ESPEJO EN LOS SUEÑOS Y EN LA VIDA
Cuando alguien nos “saca lo peor”, o cuando una persona nos crispa, ocurre que está mostrando algo que no aceptamos,o no queremos ver de nosotros mismos. Del mismo modo, cuando en los sueños aparecen personajes que nos producen un fuerte conflicto, es porque están reflejando una parte nuestra que no reconocemos y que está censurada por el motivo que sea. Puede utilizarse eso como guía y espejo para vernos con más totalidad, aunque no resulta fácil ni cómodo pensar que aquello que no gusta en los demás, por exceso o por defecto también está en nosotros. Afortunadamente, eso mismo se puede aplicar en positivo: lo que se admira en otro, es alguna cualidad sin desarrollar o no reconocida que también se posee. Y eso aparece igualmente en el mundo onírico, sólo que a menudo suele estar disfrazado de algún personaje u objeto que a primera vista parece la rana del cuento. Hasta que no se “besa” esa rana trabajando el sueño e incorporando el elemento punzante, no emerge el príncipe. 

Por otro lado, se suele decir que los opuestos se atraen o todo lo contrario: se repelen. Cuando  se está en un extremo, es decir, la actitud que se toma habitualmente ante una situación determinada, el otro polo se obvia por completo, como si no tuviera nada que ver con nuestra personalidad. De hecho nos etiquetamos para identificarnos, definirnos y contarnos a nosotros y a los demás quienes somos. Esa idea subjetiva, suele estar muy limitada, porque sólo contempla una parte del todo -generalmente la que actuamos- desechando su opuesto. Para que se comprenda mejor: si alguien se autodefine como generoso, probablemente no siempre es así. Puede serlo en diversos grados, ante distintas personas, en situaciones diferentes… Y también puede ser todo lo contrario, o sea egoísta, aunque quizás no quiera reconocerlo. En todo caso, si existe una fuerte aversión a ser “egoísta” alguna vez, se pueden tener problemas por dar demasiado o ceder siempre. Así, en cada adjetivo que nos colocamos o con el que nos identificamos, hay que mirar que sucede con la polaridad contraria. En este tema concreto, los sueños juegan un importante papel, ya que nos están mostrando esos opuestos no actuados (o que creemos que no actuamos) y por tanto nos ayudan a incorporarlos como algo que forma parte de nuestro ser total. Estar siempre en el mismo extremo, sería parecido a estar cojos por caminar apoyados en una sola pierna, sin utilizar la otra. Igual que ambas son necesarias para un buen equilibrio, a veces hay situaciones que requieren una manera de actuar, que quizás se censura en uno mismo (no se utiliza o si se hace, la persona se penaliza) y/o en los demás.

LAS DOS CARAS DE LA REALIDAD
Se acostumbra a asociar lo que vivimos durante la vigilia, con  la única realidad posible. Durante este período de tiempo en el que se considera que se está “despierto”, nuestra percepción del mundo se rige por los sentidos físicos: lo que vemos, olemos, tocamos, saboreamos, escuchamos… Y por las emociones y sentimientos que a veces ni siquiera sabemos que están presentes. Vamos actuando según las decisiones que se toman desde lo que creemos nuestra libre elección, sin saber que lo que de verdad las determina, se configura en su mayoría por creencias no conscientes. Vivir inmersos en el hacer, demostrar, planificar… y  múltiples actividades, requiere un gran esfuerzo y atención constantes. Todo eso, según se nos ha enseñado desde siempre, constituye lo que llamamos “la realidad”: lo que nos parece tangible y concreto, entendible y alcanzable (al menos en parte). Así, con la ilusión de que hay un control sobre lo externo, y una idea fija de quienes somos, lo que queremos, lo que hacemos, lo que vamos a conseguir, etc., nos movemos en el mundo sin saber que hay múltiples factores internos que influyen en nuestro avance por éste, mucho más de lo que se puede pensar.

Sucede que durante la noche se activa nuestra faceta más intuitiva y creativa, sin limitaciones, con una riqueza de imágenes y situaciones que nos sorprende a menudo. Durante el período de descanso, una parte del cerebro nos regala metáforas a lo largo de los años, sin que éstas se acaben o agoten por falta de inspiración. Por lo general, se considera ese terreno onírico, como algo de carácter irrelevante, para muchos inexistente (no recuerdan sus sueños y creen que no los han tenido), y que no tiene efecto alguno en nuestro día a día.
Al despertar cada mañana se suele olvidar o ignorar lo que se vivió en la mente durante la noche. Así, se está reduciendo la vida al cincuenta por ciento de su dimensión verdadera, cortando esa fructífera fuente de información que nos está dando mensajes, incluso soluciones.
En ese caso, ambas realidades (lo que se vive en el sueño y lo que se vive durante el día) van en paralelo, sin tocarse ni interactuar entre sí.

¿Qué pasa si se empieza a escuchar y a tener en cuenta todo este fantástico contenido? Poco a poco nos vamos a ir dando cuenta de que hay otras opciones, a tener una perspectiva más amplia de las situaciones, a ensanchar nuestra imaginación y a potenciar nuestra creatividad. Poco a poco encontraremos la vía más adecuada para llegar donde queremos ir, pues la otra que habíamos elegido estaba cortada o no daba resultado, y no sabíamos como seguir avanzando. Poco a poco iremos perdiendo el miedo, ese que nos paraliza o nos impide pensar con claridad para obtener alternativas, el que no nos permite tomar decisiones dolorosas pero necesarias, ni actuar como sentimos para preservar nuestra salud mental, física y emocional.

Cuando llevemos un tiempo considerando el impacto onírico en nuestro devenir, empezarán a darse sincronías (coincidencias) interesantes y eso creará un puente que unirá cada vez más ambos mundos, pues realmente nunca han estado separados del todo, excepto por el desinterés o el desconocimiento. Las vivencias -filtradas a través de la personalidad y tocando contenidos inconscientes-, inciden en los sueños y los afectan; los sueños, “devuelven la pelota” disfrazada astutamente de imágenes aparentemente inconexas y sin sentido, e inciden en la vida diurna y la transforman. A través de éstos podemos adquirir un mejor manejo de nuestra realidad e incorporar una dimensión extraordinaria y eficaz. Guiados por los sueños, también nos ponemos en contacto con la sabiduría innata que todos tenemos -y que ignoramos con terquedad-, ya que nos abren el camino para que ésta se manifieste de manera espontánea.


Sintetizando: los sueños nos muestran en definitiva, eso tan evidente de nosotros mismos como invisible a nuestros propios ojos, y es invisible porque pertenece al ámbito de lo no reconocido. Además, nos abren a nuestra conciencia, para la que no existen limitaciones de ninguna clase y nos guían en la percepción de otros mundos y realidades, enriqueciendo nuestra vida diurna y abarcando nuestra dimensión espiritual e inmutable. Paradójicamente, nos ayudan a transformar aspectos y a vivir íntegramente eso que somos.

Y para acabar, transcribo otro fragmento del libro de Cristóbal Jodorowsky “El Collar Del Tigre”, (ediciones Martínez Roca, S.A.), del cual también se ha extraído la cita que encabeza este texto:

“He recibido tanta ayuda de los sueños… Ha sido como tener maestros, guías, emanaciones directas de la esencia. Este viaje consistió ante todo, en aprender un estado de humildad donde ya no es la conciencia de uno la que decide hacer cosas sabias, sino que se dispone humildemente a escuchar lo que el Misterio tiene que decirle y obedece.”


NOTA ACERCA DE LAS IMÁGENES QUE APARECEN PARA ILUSTRAR EL ESCRITO: Ambas imágenes fueron encontradas a través a través de la red y en ninguna de ellas aparece el nombre de su autor/a, sólo el título.  

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