CONECTA CON TU MAGIA Y LA MAGIA SE HARA EVIDENTE EN TU VIDA

Cuando se ha hecho todo lo que depende de uno, la Magia consiste en dejar que la fuerza del Universo actúe y que confluyan ambas cosas: la intención personal y la causalidad. Pero la Magia también consiste en saber que la segunda no siempre coincide con nuestros deseos y en estar abiertos a que sucedan cosas imprevistas. Eso nos abre caminos nuevos y configura nuestro viaje por la Vida.


viernes, 9 de septiembre de 2011

CUENTOS PARA DESPERTAR EL ALMA: EL POLLITO QUE PODÍA PENSAR


En una granja del campo, donde vivían distintas clases de animales, una de las gallinas puso varios huevos. Estuvo empollándolos el tiempo necesario, hasta que un día, uno empezó a resquebrajarse y salió el primer pollito: tembloroso y con dificultad, consiguió dejarlo y empezar a caminar. Poco a poco todos los demás le fueron siguiendo, excepto uno de los huevos, que continuaba sin romperse. Pasaron varios días y la gallina se ponía encima persistente para darle calor, extrañada de que aún no se hubiera quebrado para que saliera el pollito que quedaba. Dentro del huevo, el pollito seguía creciendo, pero a diferencia de los demás que ya habían dejado atrás la cáscara que los protegía mientras se formaban, éste tenía la facultad de pensar. Y se preguntaba si sería capaz de romper el envoltorio que lo rodeaba, si tendría suficiente fuerza, si podría salir y qué sería lo que le esperaba fuera. Estaba asustado, temeroso y no hacía nada por romper su cascarón, allí se sentía seguro.

Sucedió lo inevitable: su propio tamaño hizo imposible que continuara en el interior del huevo, que acabó agrietándose. Aunque le costó un esfuerzo, ya que tenía mucho miedo, se aventuró a salir y empezó a observar todo lo que los demás pollitos llevaban días aprendiendo: caminar, buscar y reconocer a su madre entre las demás gallinas, dejar que ésta les ayudara a alimentarse… ellos seguían su instinto puesto que no podían pensar, y dejaban que lo que estaba en su naturaleza se manifestase sin plantearse nada más.
Al pollito novato le costó más adaptarse, pero finalmente lo consiguió y vio que no era tan complicado como había imaginado. Hasta que dentro de su desarrollo llegó una nueva etapa: empezar a conseguir alimento por sí solos. Los demás pollitos imitaban a la gallina madre, cazaban gusanos y picoteaban rastrojos aquí y allá, bebían agua de una acequia o de un recipiente que quedaba a su alcance. El pollito rezagado volvió a hacerse las mismas preguntas: ¿seré capaz de atrapar gusanos? ¿encontraré grano o semillas para mí? ¿podré llegar al borde de la acequia para beber? ¿tendré suficiente para sobrevivir? Impulsado por la necesidad y con el temor de no conseguirlo, creía que sus hermanos eran sus enemigos y habría de competir con ellos, incluso luchar, para no morir de hambre, sin darse cuenta de que había suficiente para todos ellos y de que los otros, incluso colaboraban entre sí para encontrar alimento. No podía evitar sentirse diferente y aparte, como si llevara una marca invisible que lo separaba de sus iguales.
Y así, se repitió lo mismo en cada nueva etapa de su crecimiento, con cada nuevo aprendizaje, en todas las situaciones distintas: una y otra vez, se preguntaba si estaba tomando la decisión adecuada y sentía un miedo profundo a no lograrlo. Y en cambio, aunque con mayor dificultad que los demás debido a sus temores, siempre acababa por conseguir lo mismo que ellos.

Y ahora, yo te pregunto: ¿quién crees que tiene más mérito, los pollitos que seguían su instinto y hacían lo que estaba en su naturaleza porque no se planteaban nada, o el que tenía un gen extraño que le permitía pensar y le llevaba a tener dudas, miedos e inseguridades?
Esta pequeña historia es para ti, especialmente. Piensa sobre ella y si tú puedes tener compasión hacia el pollito temeroso y comprenderlo, si crees que él tenía más mérito que sus hermanos a la hora de enfrentarse a cualquier acción nueva durante su desarrollo, reflexiona sobre eso y mira si te juzgas en situaciones similares de tu vida, y qué te dices acerca de tus dificultades.

NOTA: Estos cuentos fueron inspirados durante un trabajo individual específico con varias personas diferentes. Para cada una de ellas surgía una historia, siempre distinta de las de las demás. Cuando empezaba a hablar no tenía ni idea de lo que vendría a continuación ni de como seguía o acabaría la historia. A pesar de que tardé varios meses en escribirlos, volvieron a surgir las palabras sin dificultad, e incluso con más detalles.
Hace relativamente poco, mandé a otra persona ajena a su procedencia, uno de los cuentos y cuando nos volvimos a ver, me dijo que ya lo conocía. Me quedé tan sorprendida que la acribillé a preguntas. Me respondió que lo había leído hacía ya tiempo pero que no recordaba donde y que excepto el final, todo lo demás era casi idéntico. Yo no le había comentado nada del origen de esas historias cortas y en aquel momento se lo expliqué. También le pedí que si averiguaba donde lo leyó, me lo hiciera saber para que pudiera ver la fuente de la historia. De momento no me ha pasado con ninguno de los otros cuentos porque los he divulgado recientemente, y por lo tanto, si alguien los lee y le suena haberlos visto ya en otra ocasión, agradeceré que me informe del autor/a, del título del libro, etc.

Me di cuenta cuando tuve algunos recopilados, de que a pesar de su sencillez- o quizás justamente por eso- tenían varias lecturas y eran muy universales, independientemente de que en el momento de la sesión pudieran estar dirigidos a una persona en concreto. Eso me hizo decidirme a compartirlos, por ahora a través de este medio, aunque no sean muchos. Espero y deseo que sigan creciendo con el tiempo.

1 comentario:

  1. Hola!!!

    Pues te he de decir que el cuento también me suena mucho, pero no sabría decirte si lo he leído en algún sitio o simplemente me es familiar, porque me he identificado mucho. Yo soy la mediana de 3 hermanas, mi hermano vino cuando yo tenía 14 años. Siempre fui la última en todo, en ser mujer, en dejar las muñecas, en tener novio... y en muchas cosas más. Y habían muchas, muchas cosas que me daban miedo. Cosas que ahora pienso que eran triviales, un mundo para mi en aquella época.

    Un beso.

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