Había una vez una mariquita ¡que no tenía topos negros en sus alas! Eso la llevó a creer desde siempre que no era como las demás, y peor aún: que no podía hacer nada bien ya que tenía un defecto. Como todo el mundo, y sus compañeras mariquitas, a veces se equivocaba y otras no, pero ella seguía convencida de que no iba a lograr nada que se propusiera.
Si algún insecto insistía en convencerla de lo contrario o en que hiciese algo, se enfadaba o se deshacía en lágrimas. Los insectos que la conocían, fueran del tipo que fueran, acabaron dejándola por imposible, y eso aún la hizo sentirse más segura de su inutilidad…
Hasta que un día, se topó de frente con una araña extraña. Al principio no vio que era lo que le pasaba, pero cuando la tuvo cerca, se fijó en que sólo le quedaban dos patitas: una de la parte trasera y una en un lado. Se movía de manera más lenta, parecía que girase en lugar de andar, y después de saludar a la mariquita-sin-topos, con un simple y simpático “¡Hola!”, se encaramó con dificultad a las ramas de un arbusto. La mariquita, llena de curiosidad, la observaba, pues nunca había visto algo igual. Mientras, el animalito sin apenas patas, tardó muchas horas en conseguir fabricar una tela de araña, que aunque algo torcida y no muy perfecta, en poco rato capturó una mosca.
A partir de ese momento, la mariquita se dio cuenta de que no tenía motivos para no hacer algo o para rendirse sin siquiera intentarlo... nunca más hizo falta que las demás compañeras la tuvieran que animar, ni se volvió a quejar ante ellas de sentirse disminuida. Se dijo, que si la araña había podido conseguir lo que se propuso con menos recursos que ella, no valía excusa alguna para dejar de hacer cualquier cosa, o al menos, probar de asumir el reto.
El hecho de no tener topos, no sólo no era causa de limitación, sino que la hacía destacar entre las demás.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR: todas las historias por sencillas que sean, nos cuentan algo que probablemente tiene que ver con cada una y cada uno que las está leyendo. Así pues, mira con cuál de los protagonistas del cuento te sientes más identificada/o y por qué. Y después, observa si el resto tienen algún aspecto que puedas relacionar contigo. Observa cómo actúan y sus motivos para hacerlo así y no de otro modo.
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